Y se van, se van Y se van, se van Publicado: 26/08/2014 Las grandes empresas calculan beneficios, los políticos velan por sus intereses (los suyos y los de los empresarios) y los ciudadanos asistimos pasmados y cada vez más cabreados a estos manejos. Sueños de riqueza y prosperidad se diluyen en balsas de lodos tóxicos al ritmo de la cotización del oro en el mercado internacional. Una mina se cierra en Salas; a otra, en Belmonte, se le calcula una vida útil muy por debajo de lo primeramente estimado (una vida ya muy corta en proporción al daño medioambiental provocado). A cambio, nos dejan una bomba compuesta de metales pesados que contamina nuestros ríos, millones de litros de aguas tóxicas embalsadas cuyo mantenimiento a medio y largo plazo parece bastante dudoso. Y un sospechoso empeño en seguir agujereando el suelo del occidente de nuestro maltrecho Paraíso Natural en el concejo de Tapia que, ante el giro de los acontecimientos empresariales, parece una broma de mal gusto ¿O no? Celsa Díaz |